sábado, 9 de febrero de 2019

Seréis Destruidos


Unos lo llaman progreso, estos, avance y aquellos, modernidad a la forma que tiene la historia, por así decirlo, de crecer. Yo, humildemente, creo que la historia es cíclica. Estamos inmersos en un bucle sin fin donde las mismas situaciones se repiten y lo único que cambian son los números del calendario. El interior de las personas sigue teniendo las mismas necesidades físicas, síquicas y espirituales desde que Dios nos creó. Una de las constantes del ser humano y su historia es la maldad. La maldad del ser humano se hace patente hasta extremos superlativos y no hace falta dar ejemplos de ello. Sí, el ser humano hace actos de extrema bondad pero hasta esa bondad puede emanar del egoísmo.

Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. (Jonás 3:4)

A lo largo de la historia humana y, más concretamente, desde que pecamos contra Dios, contraviniendo Su Ley, Él levantó voceros entre el pueblo para advertencia de la destrucción que les sobrevendría debido a su maldad. Uno de estos voceros fue Jonás, sí, al que se lo tragó un gran pez para más tarde vomitarlo. La advertencia fue clara: ¡En cuarenta días seréis destruidos! No por un capricho divino sino por el estado pecaminoso del pueblo. Si Jonás se paseará por nuestras ciudades nos advertiría de lo mismo: La destrucción viene.

Los ninivitas entendieron el mensaje arrepintiéndose y Dios no aplicó el castigo que merecían. Querido amigo, aún Dios te sigue advirtiendo sobre la destrucción que hay sobre ti por tus muchos pecados y, aún Dios está dispuesto a retirar el castigo si te arrepientes de mente y corazón ante Él, suplicándole que te perdone. Jesús vino a ser ese último profeta enviado por Dios para, no sólo advertirnos de la condenación que pende sobre cada uno sino, además, a traernos esperanza de perdón y salvación. La cruz que sufrió y Su resurrección es la firma de ello.

¡Advertido quedas!

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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