La gran mayoría corre de acá para allá, como si se fuese a
acabar el mundo, en Navidad. Preparan regalos, notas de felicitación,
comilonas, paseos para ver las luces de Navidad, etc. Tristemente el mensaje
navideño se ha olvidado entre mazapanes y alcohol, entre luces y consumo. Lo paradójico
del asunto es que de esa gran mayoría de estresados hay muchos que confiesan
que la Navidad los deprime. Por consiguiente, tratan de pasar por ella imitando
a la masa o mostrando su rechazo. Claro está que la mano que mece la cuna tiene
como prioridad tenernos ocupados en consumir frenéticamente a cada momento. Han
plagiado ciertas características de la Navidad real para engañar a la multitud
de incautos. Es, ni más ni menos, que una argucia diabólica.
E irá delante de él con el
espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a
los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto. (Lucas 1:17)
Ser engañados, seguir a la masa, hacer oídos sordos, etc.,
no son excusas para hacerse el sueco ante la verdadera Navidad, aquella que
todos conocen e intentan acallar. Dios proveyó información veraz y abundante
para que cualquier excusa, por muy fundada que pareciera, quedase sin
consistencia. Juan el Bautista fue ejemplo de ello. Él fue enviado delante de
Jesucristo para recordar al pueblo la venida del Mesías, para preparar
corazones dispuestos cuando Jesucristo apareciese en escena. Por desgracia, la
gran mayoría, como tantas veces, lo rechazo. ¿Estás tú entre ellos? Esta
semana, conversando con alguien, le aconsejé que invitara a Jesús a la cena de
Navidad porque Su nacimiento es lo que celebramos. Me dijo que nunca lo había
pensado así y que lo iba a hacer. Noté que lo había captado como un ritual
místico más y le comenté que no era ningún ritual mágico sino una experiencia
personal que transforma las vidas. En eso se ha convertido la Navidad, en
superchería, en rituales y costumbres vacías de contenido y sentido.
Preparar tu Navidad es disponer tu corazón a Jesús. Preparar
tu Navidad es arrepentirte ante Dios de tus pecados, que son muchos y llevaron
a Cristo a la cruz para librarte de la muerte y el juicio que penden sobre ti. Preparar
tu Navidad es estar dispuesto a seguir a Jesús antes que a nadie, obedeciendo
Sus órdenes. El mensaje navideño es fácil de entender: salvación al que cree y
condenación al incrédulo. ¿En qué grupo estás tú. Ya no tienes excusas. El mensaje
ha sido anunciado. Sólo la desidia, seguir a la masa o, en resumidas cuentas,
tú incredulidad, son tus verdaderas razones para desdeñar a Jesucristo. Otras
excusas no hay.
Ante Jesús no hay excusas.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
Amén!!! que Dios siga siendo el centro de la Navidad y de nuestras vidas, es lo único que merece la pena.
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