Veo a los poderosos aplastar a los pobres de forma virulenta
con el fin de pasar por esta vida con un estatus privilegiado. Veo a los pobres
dando poder a quiénes les mienten y se burlan de ellos. En fin, veo una
sociedad que muestra su decadencia moral a tutti
pleni. Y es que no se puede esconder lo que hay en el corazón y en el
momento menos adecuado habla la boca y se nos ve el plumero. A cada momento
damos atisbos de esa triste realidad. La Biblia nos dice que “…del corazón salen
los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los
hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). De
eso está lleno el corazón humano, y por ende, el corazón de poderosos y pobres.
El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor; Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo. (Proverbios 17:5)
Dentro de tal caos moral, ¿cómo distinguir al verdadero
pobre? Jesús nos da la respuesta. Los verdaderos pobres de los cuales la
sociedad se burla son los que buscan a Dios, los que lloran, los mansos, los
que desean ardientemente la justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón,
los pacificadores y los perseguidos por ser justos. En definitiva, los burlados
y perseguidos por causa de seguir a Jesucristo (Mateo 5:3-11). ¡Esos son los
verdaderos pobres! No tiene que ver con poseer riquezas, poder o gloria. Tiene
que ver con ser seguidor del Maestro. Lo que se cuece en las cacerolas de este
mundo es un odio al cristiano que en su más ínfima manifestación es la burla. En
su máxima expresión es el asesinato.
Jesús, el que nació como pobre aunque es el más rico, es el
Juez que vela por el pobre. Él vela por los Suyos y enjuiciará a aquellos que
se han burlado de Sus pobres, sean éstos ricos o no. Querido lector, aún tienes
oportunidad de ser un pobre de Jesús y dejar de ser un pobre o rico destinado
al más cruel infierno. Jesús se hizo pobre por ti y por mí hasta el punto de
dar Su vida por nosotros en una cruz. Fue tratado como un vil malhechor sin
merecerlo. Se puso en tu lugar y el mío para salvarnos de la ira divina causadas
por nuestros pecados y ponernos a bien con Dios. La vida dura poco, la eternidad
es para siempre. ¿Dónde la pasarás? Arrepiéntete de tus pecados, reconcíliate
con Dios y cree en Jesucristo como tu Salvador y Señor.
Soy pobre, pero rico.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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