Estos días veraniegos recuerdo, por diferentes motivos, mis días de campamentos de verano siendo un adolescente. Una canción se cantó mucho durante varios de estos campamentos, hasta el punto que también no nos cansábamos de tocarla en la iglesia. Parte de la letra era así:
Todos quieren llegar al cielo
Pero nadie quiere morir
Quieres ser sabio sin estudiar
Quieres ser rico sin trabajar
Seguir a Jesús sin ir a la cruz
Todos queremos todas las buenas cosas que Jesús nos ofrece, pero no todos asumen el precio de recibir lo que Dios, por medio de Jesucristo te quiere regalar. Todos quieren alcanzar el cielo porque en el fondo saben que la vida no acaba aquí. Todos desean ser sabios para ser reconocidos y admirados. Todos anhelan las riquezas para poder hacer lo que les plazca. Todos pretenden seguir a Jesús porque lo ven como alguien digno de imitar.
Señor, dame esa agua. para que no tenga yo sed, ni venga aquí para sacarla. (Juan 4:15)
Lo mismo ocurrió con la mujer samaritana que tuvo un encuentro con Jesús extraordinario. Ella estaba dispuesta a recibir lo que Jesús le daba para liberarse de la sed física y del esfuerzo de tener que conseguir día a día el agua para saciar su sed. Lo que no entendía era que ella debía realmente captar lo que Jesús le hablaba. Jesús le dijo que para llegar al cielo hay que morir. Al igual que se debe estudiar para ser sabio o trabajar para ser rico, para seguir a Jesús hay que pasarse por Su cruz.
Sí. Para seguir a Jesús hay que observar la obra que hizo en la cruz en favor tuya y mía. Esto es todo un esfuerzo intelectual y moral. Es un esfuerzo intelectual porque hay que indagar profundamente hasta llegar a la certeza de la realidad del sufrimiento en nuestro lugar de Jesús. Es un esfuerzo moral porque hay que llegar al convencimiento de que Jesús dio Su vida en la cruz por tus pecados y los míos. De ese doble esfuerzo, intelectual y moral, hay que concluir en una de las dos decisiones siguientes: seguir a Jesús o rechazar a Jesús. Si recibes a Jesús con arrepentimiento de tus pecados y fe en Su muerte y resurrección, serás salvo. Por el contrario, si rechazas el sacrificio de Jesús en la cruz a favor tuyo, seguirás condenado al infierno. Te auto condenarás por querer ir al cielo, pero en tus propios términos y no en los de Jesucristo.
Jesús hizo el mayor esfuerzo.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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