La manipulación religiosa, cultural, científica, política y mediática que se fraguó en el pasado, y que hoy va dando sus frutos podridos, nos ha llevado a dividirnos belicosamente en cada uno de los ámbitos enunciados al principio. Esta semana experimenté un choque de trenes en el ámbito de las creencias cristianas. El intento, por mi parte, de mostrar lo que la Biblia dice sobre un tema en particular, terminó en palabras humillantes y casi insultantes por la otra parte. Hoy nadie está dispuesto a confrontar sus ideas respetando amablemente las ideas diferentes de otro. Resultado: división.
¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. (Lucas 12:51-53)
Jesús, aunque le sorprenda a alguno, vino a traer división. Su mensaje no iba a ser bien recibido dentro de la unidad más fuerte que existe en el mundo: la familia. Ella se vería dividida por causa de Cristo. Los que predican o piensan que con Jesús todo marchará bien en la vida andan en la ignorancia y en la herejía más profunda. ¡Jesús nunca enseñó que seguirle sería un camino asfaltado con algodones! Para el cristiano la vida está llena de contradicciones y pruebas. La única promesa que tenemos para superarlas es que Jesús nos prometió estar con nosotros fortaleciéndonos.
Querido lector, seguir a Jesucristo te traerá problemas a muchos niveles. Posiblemente tu familia te rechace, tus amigos se rían de ti, tu jefe muestre antipatía y algunas puertas se te cierren. Seguir a Jesús no es fácil. Por eso muchos deciden apartarse de Él y vivir en la comodidad de agradar a todos, aunque le vaya la salud física y mental en ello. Dios hizo todo lo contrario. Se humanó en Jesucristo, dejando Su comodidad y estatus celestial limitándose a un cuerpo perecedero. Sufrió el desprecio de parte de Su familia, de los amigos, de los religiosos, de las instituciones y acabó dando Su vida en una cruz, como tenía previsto. Él viajó hasta aquí para derramar Su sangre por ti y por mí. Los clavos y la lanza que dividieron Su carne sirvieron para pagar a Dios Padre el precio de nuestros pecados y delitos contra Él. Nadie, excepto Jesús, hizo eso en favor nuestro. Sé valiente, cree en Jesús y arrepiéntete de tus pecados. Peor es pasar toda la eternidad en el infierno que madurar en esta tierra por medio de las pruebas que Dios tiene preparadas para nosotros, Sus hijos.
Únete a Cristo.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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