Una de las características de los seres humanos es su tendencia a interesarse solo ante cuestiones que le beneficien directamente. Si algo no despierta el interés es rechazado de pleno. En sí, esta actitud no es negativa. A veces, es hasta recomendable. El problema yace en no dar en el blanco de lo que nos interesa realmente. Muchas veces somos arrastrados por lo inmediato y lo básico por lo que perdemos de vista lo importante y trascendental. Jesús conoce los intereses erróneos de los que le siguen y los increpa por ello. Sus corazones solo buscan saciar sus vientres, mientras que sus espíritus sufren de inanición.
Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. (Juan 6:26)
Justo al día siguiente de haber sido saciados con abundancia de comida por la milagrosa mano de Jesucristo, lo buscan para seguir siendo alimentados. A Jesús no le pasa inadvertida esta actitud interesada por Su persona, y como Él no venía a agradar a nadie, denuncia tal interés erróneo directamente: “me buscáis… porque comisteis el pan y os saciasteis”. El verdadero mensaje, las señales, dejaron de escucharse por el ruido de los estómagos vacíos de la multitud. Lo que realmente interesa es el aquí y ahora. Ese comportamiento lo aprendimos desde que salimos del vientre materno. El bebé solo se preocupa de comer y llora. Y seguimos en la cuna de lo inmediato… pero no maduramos hacia lo necesario.
“Sí, Jesús. Todo lo que predicas está bien, pero Tus milagros son mejores que Tu mensaje”. Hoy diríamos: “Sí, Jesús. Tu mensaje es plausible, pero como no vemos Tus milagros, no te creemos”. “Como no nos sacias, no te creemos”. Cierto es que una de las señales de quién era Jesús fueron Sus milagros, pero éstos, más que ayudar a comprender profundamente lo que Jesucristo vino a hacer, desviaba la atención a lo superficial. ¿Se equivocó Jesús? En ninguna manera. Los que lo seguían, aunque entendían, solo buscaban aprovecharse de Su nuevo benefactor. Amaban Sus milagros sin amarlo a Él. Las señales de Jesucristo, aparte de los milagros, fueron Su mensaje “Arrepentíos y creed en el Evangelio”, Su amor por las personas, Su muerte en la cruz por nuestros pecados y Su resurrección de la tumba. ¡Eso sí que son milagros! Los que solo siguen a Jesús como un Maestro que llena sus intelectos saciarán sus mentes aquí, pero morirán por no creer lo que verdaderamente les salvaría: Arrepentirse de sus pecados glotones y creer en Jesús, el único que sacia eternamente.
Glotonería incrédula.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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