Algunos siguen “erre que erre” con el concepto de la
educación como fin de todos los males que nos atormentan. Hace unas semanas
experimenté un cruce de opiniones en lo del Facebook en cuanto al tema que
rápidamente dejé de lado. La razón: no iba a llegar a ningún lado. Siguen tratando
los síntomas de la enfermedad y no sus causas. Unos dicen que la igualdad
traerá el fin de los problemas y otros, como en este caso, abogan por la
educación para extinguir los males.
Yo me pregunto: ¿Qué educación es la válida? ¿Qué educación
hará que todos seamos perfectos? ¿Quién dice qué es correcto o incorrecto en un
mundo que no cree en los absolutos morales? ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo? ¿Eres
tú la medida de lo bueno lo que a mí me deja en la medida de lo malo? La educación,
al fin y al cabo, es otra justificación más para, como apunté al principio,
escaquearse de la verdad.
¿Cuál es esa verdad? La verdad no es un concepto, no es algo
meramente escrito, no es una serie de normas o dogmas. La Verdad mayúscula es
una Persona: JESUCRISTO. Él es el Canon a seguir. Él es el que impone las
reglas del juego. Él es el Único que puede salvar a este mundo de sus mentiras.
Las más altas metas que el hombre proponga, aunque estén adornadas por los más
altos deseos de bondad, acabarán marchitándose porque el hombre tiende hacia lo
malo. Si no crees esto, revisa la Historia.
¿Qué trastorna los pensamientos y acciones del ser humano? EL
PECADO. El pecado, en resumidas cuentas, es hacer mi voluntad y no la de Dios. Si
haces tu voluntad sin contar con la de Dios, estás pecando. Este pecado, como
cualquier delito, debe ser castigado. Así Dios lo ha hecho: ha castigado a
todos los pecadores del mundo, entre ellos tú y yo, pero lo ha hecho de una
manera inesperada. Puso a Su Hijo en lugar nuestro y padeció la cruz y el
martirio pagando así por cada uno de los pecados que cometimos y cometeremos,
al Padre. La solución no es la educación. La solución es que Dios ha perdonado
tus pecados, como perdonó los míos gracias a Jesús. Ahora pon tu fe en Él y
arrepiéntete de tus pecados. Dios se encargará que recibas una educación que
servirá para la vida eterna.
La educación real.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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